sábado, 15 de diciembre de 2007

You Probably Couldn't See for the Lights but...

La aparición en escena hará dos años de un grupo de 4 jovenes hizo estremecerse al Reino Unido y en cierta medida creció de nuevo el interés por el rock; volvía a darse una revolución que los críticos se apresuraban en comparar con la de los Beatles (en cuanto a fama instantánea), el rock parecía regresar al puesto que le había estado encomendado años antes y que ahora había dejado vacante y en manos de otros.


El grupo en cuestión era Arctic Monkeys y su disco debut, Whatever People Say I am, That's Why I'm not, llamó la atención del mundo de la música, destancandolo por encima de otros grupos del momento con mucho más trayecto que ellos.

El trono (en el rock comercial, el rock "musical" es disputado por grupos completamente distintos e incontables) que hasta entonces parecían disputarse en un mano a mano interminable los escoceses Franz Ferdinand y los estadounidenses The Strokes era reclamado por primera vez desde hacía tres años aproximadamente (el disco début de The Strokes, Is This It, fue publicado en el año 2001, mientras que el disco debut de Franz Ferdinand, con el mismo título, salía a las calles en el año 2004) por otro grupo. La guerra estaba cada vez más abierta, aunque por su juventud los monos del ártico parecían destinados a llevarse el gato al agua (aunque todos estos grupos se caracterizan por el triunfo desde su primer disco la edad a la que lo consiguen los Arctic Monkeys es considerablemente menor a la de los otros dos grupos).
En definitiva parecía ser que el rock volvía a encontrarse en un sitio de privilegio entre el resto de músicos del momento, y las guitarras distorsionadas volvía a golpear con fuerza en el mundo.

El éxito de los Arctic era indudable, su fama subía como la espuma, mientras que tanto The Strokes como Franz Ferdinand volvían a caer en el silencio tan súbito que dan las giras internacionales en grupos de semejante embergadura.
Así llegó el momento de poder ver actuar en directo a la nueva promesa que salvaría al rock a finales del año 2006. El concierto no pudo resultar mejor. La vida, la fuerza, la "suave dureza" del disco se hacía patente en directo, los temas salían en un orden lógico para entusiasmar al público en una cantidad justa. Aquí en Barcelona, la anécdota la protagonizó un fallo en los amplificadores durante The View from the Afternoon, la canción que abría el concierto. El público conocía al grupo no solo por la televisión, sino por lo que habían hecho (aunque principalmente era pseudomodernillo, mod, y algún pijotróstico). Turner animaba al público y los teloneros supieron comportarse al nivel que exigía aquel rock de antaño en el que el escándalo y la locura era el aliciente principal del directo. Demostrando con hechos que detrás de su éxito no había ni trampa ni cartón los Arctic parecían catapultarse y catapultar el rock a pasos de gigante.

No parecía haber un final fijado para la fama y el renacimiento del sonido que había caracterizado al olimpo de la música en el pasado, y habían sido unos completos desconocidos los que habían levantado esto, y no los verdaderos amos del rock que seguían (y siguen) en la carretera. No obstante algo comenzó a sonar mal a mediados del 2007.
Los Arctic Monkeys ya anunciaban su segundo disco (Favourite Worst Nightmare, solo un año después de la salida de su disco debut), y el bajista de la formación original dejaba la banda.
El resultado fue el más esperado: Favourite Worst Nightmare solo hacía ley de una cosa: pesadilla... El primer single, Brianstorm, era una verdadera tormenta y ni se asemejaba al When the Sun Goes Down que les había dado a conocer. Toda la frescura, la garra, el sonido que les había caracterizado en su disco debut parecía debut. No se encontraba nada a la altura de ninguna de las canciones de Whatever People... (y ni mucho menos si hablamos del I Bet You Look Good on the Dancefloor o de The View from the Afternoon). Mientras el grupo se extendía más por todo medio posible y llegaba a las orejas de l'apocalypsis: los niños de papá sin idea de lo que es un guitarra eléctrica...
El concierto daba fe de lo que estaba pasando. Los verdaderos éxitos que tenía éste grupo tan prematuro eran desechados en menos de 20 minutos en el concierto, con un público que tenía miedo del público y que realmente no parecía tener ni idea de donde estaba. Arctic Monkeys se había vuelto un grupo del montón, un altera hormonas, un escaparate para el nuevo mundo burgués de la música. Realmente ellos no pudieron ver por las luces... se cegaron y la revolución y resurreción que habían traido consigo se pararon en seco.

Quizás es un poco precipitado juzgarlos con solo dos discos a sus espaldas, pero el salto cualitativo del primero al segundo era demasiado considerable como para continuar considerándolos los salvadores del rock que habían sido declarados.
Realmente there ain't n romance around there.




Y mientras el rock sigue con su trono vacio esperando a aquel que lo vuelva a devolver a lo más alto...



Lo que debería preocuparte no es lo que vamos a hacer, sino COMO lo vamos a hacer.

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